Un pequeño niño jugaba en la pierna izquierda de Mike Tyson, mientras su hermano, ocupaba la otra, en una imagen hace tiempo insospechada.
El otrora hombre más temido del planeta, que una vez amenazó con comer niños, ahora estaba jugando con dos.
"Yo y estas cosas de bebés'', dijo Tyson.‘‘¿Puedes creerlo? ¿Yo, haciendo estas cosas?"
Pues, no. Desafortunadamente, fueron pocos los momentos tiernos con niños que atestigué en los años que pasé cubriendo el ascenso meteórico y el derrumbe del boxeador más feroz con el que el mundo haya estado tan encaprichado.
Sí vi muchos otros momentos, algunos fascinantes y otros simplemente repugnantes.
No ha sido campeón desde hace 14 años, y no ha boxeado de verdad durante cinco. No habrá regreso al cuadrilátero, me aseguró el otro día, aunque sus admiradores siguen creyendo que el Tyson de hoy podría ser el Tyson de hace 20 años.
El, más que nadie, lo sabe mejor. Lo ha sabido por más tiempo del que uno pudiera imaginar, pero el dinero seguía llegando y él seguía peleando aun cuando lo hacía con desgano.
Hasta eso era mejor que su segunda vida como el otrora Mike Tyson. Siendo un espectáculo monstruoso cuando boxeaba, se volvió incluso más aberrante como un drogadicto en bancarrota que engordó hasta pesar 159 kilos (351 libras) y parecía encaminarse a la cárcel o a un féretro extra grande.
Pero ha dejado las drogas, y perdido mucho peso.
Y además, increíblemente, se encuentra en medio del regreso más inesperado de todos.
Conozcan al nuevo Mike Tyson. Animador, actor, bailarín y, sí, un extraordinario comediante.
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"Me tomé demasiado en serio en aquel entonces, pero ahora soy un gran payaso'', dijo Tyson.
¿Está Tyson rehabilitado? Nadie sabe, pero parece que está en paz consigo mismo después de largos años tortuosos en los que trataba de averiguar por qué todo mundo quería estar cerca de él y por qué casi todos querían un pedazo de él.
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