River Plate llega en estado de gravedad y Boca Juniors moribundo al superclásico del próximo domingo en el campeonato argentino.
Protagonistas de uno de los duelos más seductores del fútbol mundial, River visita a Boca en su estadio La Bombonera, en la décima fecha de un Clausura que los encuentra acechados por la hecatombe.
Entre River (12 puntos) y Boca (8) cosecharon 20 puntos, la misma cantidad que acumula el líder de la tabla, Independiente.
Lejos de la punta y afuera de la Copa Libertadores, sólo una estocada letal a su visceral enemigo podría traer un poquito de alivio al ganador.
Al perdedor, los expertos le abren el grifo a mil teorías: la más sencilla es que el técnico en desgracia, Leonardo Astrada en River o Abel Alves en Boca, tendría que irse a buscar trabajo a otro lado.
Astrada, cuyo equipo arrancará el próximo torneo acariciando el descenso por su escuálido promedio, tomó un poquito de aire gracias a la reciente victoria 2-0 sobre Huracán, mientras que Alves estrechó vínculos con el despido tras la goleada que sufrió 3-0 ante Tigre.
Ahora, el herido de gravedad buscará liquidar al moribundo.
"No tenemos que dejarlos levantar'', expresó Astrada. "Están medio caídos y tenemos que terminar de noquearlos''.
Además, el resultado podría marcar el futuro de figuras legendarias de Boca, donde Alves inauguró la barrida con Roberto Abbondanzieri y Hugo Ibarra y parece que iba a extenderla nada menos que a Juan Román Riquelme y Martín Palermo, ambos reverenciados por la hinchada.
"Alves tenía la decisión de sacar a Riquelme y Palermo del Clásico el domingo. Pero los dirigentes lo frenaron'', titula en la edición del miércoles el deportivo Olé. "Si a Alves le quedaba un poquito de cordura, ya realmente la perdió toda''.
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