Jared Lee Loughner, un abrumado desertor universitario de 22 años, fue acusado el domingo de cinco cargos federales, entre ellos el de intento de asesinato de una legisladora, por el ataque, que dejó seis muertos y 20 heridos, en un acto político el sábado por la mañana.
Los documentos presentados ante el tribunal federal del distrito de Phoenix indican, según pruebas confiscadas en la casa de Loughner, que éste planeó matar a la representante federal Gabrielle Giffords, quien aún permanece en estado grave con una herida de bala en la cabeza.
En una declaración jurada del agente especial del FBI Tony M. Tayler Jr. se indica que hallaron un sobre con las siguientes palabras manuscritas: "Lo planeé por adelantado'', "Mi asesinato'' y ‘‘Giffords''. No se revelaron más detalles del sobre.
Además del cargo por tratar de matar deliberadamente a Giffords, Loughner fue acusado de asesinato e intento de asesinato de cuatro funcionariosdel gobierno federal, entre ellos el juez federal de distrito John M. Roll, quien murió; el asistente congresual Gabriel Zimmerman, también fallecido; y los asistentes congresuales Pamela Simon y Ron Barber, quienes resultaron lesionados.
Giffords, demócrata por Arizona, permanecía grave el domingo pero ha respondido a órdenes simples y los médicos dijeron estar "cautelosamente optimistas'' sobre su recuperación.
En una conferencia de prensa en el University Medical Center, los médicos de la legisladora indicaron que ésta era la única víctima de los sucesos del sábado que seguía grave en el hospital. Agregaron que Giffords tiene suerte de estar viva, pero declinaron especular sobre su recuperación, que dijeron podría demorar meses o años.
"En general, está en la mejor situación posible'', señaló el Dr. Peter Rhee, jefe de Cirugía Traumatológica del University Medical Center, adonde Giffords fue trasladada en helicóptero desde la escena del tiroteo, el frente de un supermercado al norte de Tucson. ‘‘Cuando alguien es herido de bala en la cabeza y el proyectil atraviesa el cerebro, las probabilidades de salvarse son mínimas, y las de despertar y responder a órdenes son mucho menores''.
El Dr. G. Michael Lemole Jr., jefe de Neurocirugía, quien operó a Giffords, dijo que el proyectil atravesó el lado izquierdo del cerebro de atrás hacia adelante, pero que no había provocado daños laterales ni afectado ninguna zona crítica, lo que hubiese reducido aún más sus posibilidades de recuperación.
Los médicos explicaron que Giffords, de 40 años, estaba en un coma inducido pero que la habían despertado varias veces para comprobar cómo respondía. Aunque los especialistas dijeron que estaban muy alentados por la reacción al tratamiento, acotaron que es demasiado temprano para un pronóstico a largo plazo.
Los galenos dijeron que la inflamación del cerebro y otras complicaciones todavía representan un riesgo significativo en los próximos días. Darci Slaten, portavoz del centro médico, dijo que el esposo de Giffords, el astronauta Mark E. Kelly, estaba con ella, al igual que sus padres y dos hijastros.
Mientras los médicos actualizaban su estado el domingo, la policía trataba de determinar qué llevó al joven a matar a seis personas.
En una conferencia de prensa, Clarence W. Dupnik, jefe de Policía del Condado Pima, describió el caos y el terror en el lugar de la tragedia, así como hechos de heroísmo en medio de los disparos. Dupnik afirmó que una mujer herida en el ataque luchó infructuosamente para arrebatarle un cargador de repuesto a Loughner mientras éste trataba de volver a cargar el arma.
Loughner logró recargar el arma, dijo el jefe de Policía, pero entonces lo lanzaron al suelo. Las autoridades, que no identificaron a la mujer, dijeron que el ataque pudiera haber sido peor si ella no hubiese tratado de detener al hombre.
Loughner aparentemente estuvo presente en una actividad similar con Giffords en el 2007, dijo Dupnik el domingo. ‘‘Hubo alguna correspondencia entre el despacho de Giffords y Loughner sobre una actividad similar a la que fue invitado'', dijo el jefe de Policía, agregando que no sabía nada más sobre el acto del 2007 ni por qué Loughner fue invitado.
La policía informó el domingo que había puesto fin a la búsqueda de un segundo sospechoso. Un hombre observado en un video de seguridad poco después de los hechos fue identificado y entrevistado, tras lo cual se determinó que no había tenido ninguna participación en lo ocurrido.
Los investigadores dijeron que el hombre era el taxista que llevó a Loughner al lugar en el que tendría lugar el acto público. Al llegar, el pasajero le dijo que no tenía cambio y el taxista fue al supermercado a cambiar dinero. Entonces los dos hombres tomaron su propio rumbo.
Aunque las autoridades no han indicado que el ataque tenga alguna motivación política específica, excepto afirmar que Giffords era claramente el objetivo, las reverberaciones políticas seguían sintiéndose en todo el país y en Washington, donde las banderas ondeaban a media asta en honor a Zimmerman, el asistente congresual asesinado.
El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, John A. Boehner, de Ohio, quien ordenó que las banderas se arriaran a media asta, denunció el ataque en una presentación el domingo por la mañana en su pueblo de West Chester y dijo que era un recordatorio de que el servicio público ‘‘tiene riesgos''.
Boehner exhortó a que la gente rece por Giffords y las otras víctimas e indicó a sus colegas de la Cámara que perseveren en cumplir el juramento del cargo.
"Este acto inhumano no debe asustarnos y no nos detendrá'', afirmó.
En una mesa redonda con varios colegas en el programa "Meet the Press'', de CBS, la congresista Debbie Wasserman Schultz, representante federal por la Florida y amiga de Giffords, dijo que los estadounidenses tenían la responsabilidad de moderar el discurso político.
"Es momento de que ambos partidos, juntos en el Congreso, nos demos cuenta de que estamos en esto por la misma razón, pera hacer del país un mejor lugar'', concluyó.
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