El programa “Saturday Night Live” consiguió los ratings que anticipaba con un episodio presentado por Donald Trump, pero dadas las protestas y las feroces críticas que el programa ha recibido, NBC debe preguntarse si valió la pena.
Desde el punto de negocios, la compañía Nielsen dijo que el programa tuvo el sábado su mejor índice de audiencia desde enero del 2012 en los principales 56 mercados de la nación. Un estimado que incluya a la nación completa no estará disponible hasta el jueves.
Organizaciones latinas protestaron la invitación a Trump por la misma razón por la que la NBC rompió relaciones con el otrora anfitrión de “Celebrity Apprentice” hace unos meses: los comentarios del candidato presidencial republicano sobre los mexicanos que cruzan la frontera a Estados Unidos de manera ilegal. Eso llevó a uno de los momentos cumbre del programa, cuando Larry David le gritó “eres un racista” a Trump en alusión a una oferta de $5,000 por parte de un grupo activista para quien le dijera algo molesto al anfitrión.
La aparición de Trump como anfitrión invitado pese a la decisión corporativa de alejarse de él evidencia la autonomía del productor ejecutivo de “Saturday Night Live” Lorne Michaels y la capacidad de Trump de atraer espectadores.
Seguro, Trump ganó ratings, pero los espectadores fueron castigados con “un programa triste, sin gracia, que terminó con una ovación final de Trump y el elenco más parecida a un video de rehenes”, escribió el crítico del New York Times James Poniewozik.
Esa conclusión es ejemplo de la respuesta brutal de la crítica. Tanto Poniewozik como Daniel D'Addario de la revista Time usaron el término “anodino”, o una palabra más elegante para soso.
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