Stephanie Duno es una estudiante de la secundaria Ronald Reagan en Doral, que saca buenas notas y tiene excelentes amigos.
Pero cuando termina con sus clases y quehaceres escolares, esta joven venezolana de 16 años se dedica a luchar por los derechos y el bienestar de los animales, a la vez que ayuda a personas necesitadas.
“Cuando vine a Estados Unidos, desde Caracas, tuve muchos problemas para conseguir amigos debido a que no hablaba inglés. Me sentía aislada, y con los únicos que me podía comunicar era con mis familiares y un grupo de patitos que vivía al lado de mi casa. Al ver lo vulnerable que eran me convertí en su protectora y proveedora”, dice Stephanie, que tenía 7 años cuando llegó a EEUU.
Stephanie descubrió que con pequeñas acciones como llevarles frutas picadas y agua, resguardarlos de los aguaceros con toallas de baño, o protegiéndolos de los gatos del vecindario, estaba haciendo la vida de los patitos mucho más llevadera.
Desde entonces no ha parado de trabajar para darle bienestar a las criaturas que ella considera más frágiles, los animales. Para ella, la dignidad de las personas se puede determinar por el trato que éstas les dan a los animales.
Sus acciones fueron recompensadas recientemente con la beca anual P.L.A.Y, de la compañía Pet Life Style de California, una ayuda de $1,000 que reconoce los esfuerzos de aquellos que tienen una sensibilidad especial por el bienestar de los animales. Y su proyecto Pawssible ha sido finalista de concurso de iniciativa empresarial Biznovator en el Doral.
UNA VOCERA INTERNACIONAL
Hace casi dos años, Stephanie se convirtió en la embajadora en Estados Unidos de la organización venezolana Huellitas de Amor, una entidad sin ánimo de lucro, dedicada a crear conciencia sobre el maltrato animal. Muchas de las personas que ayudan a la organización tienen refugios para animales que, aunque nacen de las mejores intenciones, se mantienen en condiciones deplorables de pobreza e insalubridad, donde los animales viven hacinados.
“Estas personas sin tener nada tratan de ayudar a los animalitos que son abandonados a su suerte. Pero si la situación actual de la gente en Venezuela es mala, la de los animales es muchísimo peor”, dice Stephanie, refiriéndose al profundo estado de escasez que existe en su país.
Para ayudar a la organización, Stephanie se dedica por largas jornadas a vender bizcochos de chocolate caseros a la salida de su escuela. El dinero recaudado lo envía a Venezuela, donde gracias a la diferencia de la tasa de cambio, puede tener un valor un poco más alto.
“Con este dinero, hemos podido apoyar jornadas de vacunación y esterilización para animales en estado de calle. También hemos mejorado muchos de los albergues, para darles a los animales abandonados la oportunidad de vivir dignamente”, dijo.
Aizkell Fiore, presidenta de la organización Huellitas de Amor, reconoce el valor del papel que cumple esta embajadora en EEUU.
“Stephanie cumple una misión importante de visibilización internacional de este problema, en un país donde el gobierno no proporciona ninguna asistencia”, añade Fiore.
Stephanie también ha impulsado la campaña #SalvemosElPitbull en las redes sociales, en contra de la ley de Protección de la Fauna Doméstica y en Cautiverio, aprobada el pasado diciembre en Venezuela, que establece que nadie puede tener perros de la raza pit bull, y que quienes los tengan hace muchos años, deben mantenerlos encerrados.
“Es una ley absurda de exterminación. Las mascotas son otro integrante de la familia, y obligar a alguien a renunciar a su perro o mantenerlo cautivo, sin ningún argumento válido es simplemente ilógico y doloroso”, dice Stephanie.
VOLUNTARIA INCANSABLE
Su buena labor como voluntaria es combinada con una pasantía en el hospital veterinario Doral Centre Animal, en donde ha asistido con partos, extirpación de glándulas anales y hasta ha recibido una que otra mordida de los pacientes más traviesos. Por esta experiencia, Stephanie decidió que quiere ser veterinaria, pero sin dejar de lado sus labores como activista.
Por ahora, su proyecto principal es la iniciativa Pawssible, que integra el rescate de animales abandonados y el tratamiento de jóvenes que han sufrido de acoso escolar o bullying.
“Al ver a alguien de mi familia que por ser abusado en el colegio, no podía conseguir amigos, quise crear un programa que integrara ambas partes: la ayuda a animales maltratados y a niños y jóvenes acosados en la escuela”, dice Stephanie.
Esta propuesta se basa en el tratamiento de tipo psicológico clínico llamado Pet Therapy o Terapia Animal, que consiste en el uso de animales en procedimientos médicos y terapéuticos.
“El amor y afecto que un paciente recibe de una mascota puede hacer la diferencia entre la cura y la enfermedad, e incluso entre la vida y la muerte”, dice el doctor Chris Deleo, del Hospital de Boca Ratón.
Y es que la interacción con los animales puede acelerar la producción de la hormona oxitócica, que es la que genera la sensación de felicidad y confianza, y sirve como terapia para la depresión y la ansiedad.
“El proyecto es todavía un cachorrito”, dice Stephanie sobre Pawssible. “Pero espero que crezca con el tiempo y poder llevarlo desde mi escuela de secundaria a mi universidad, hasta que sea una gran organización sin ánimo de lucro”.
“Es una satisfacción grande saber que lo que hago tiene un impacto. Pero para mi la retribución más grande siempre va a ser ver a los animalitos moviendo sus colas a toda velocidad o sus ronroneos de felicidad”, añadió.
Siga a Estephani Cano en Twitter: @StephanieCano_
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