Son muchos los obstáculos que tenemos por delante los cubanos en el camino que nos lleve a una Cuba regida por el sentido (y el bien) común, y uno de ellos lo son los “parámetros” absurdos que, en Cuba, constriñen la creatividad de los artistas, y que señala Alejandro Ríos en una reciente columna sobre el ostracismo que en la isla le han impuesto al dramaturgo Juan Carlos Cremata.
Como en el caso de El Sexto, de Sonia Bruguera, y hasta en el de las Damas de Blanco –porque el arte de disentir públicamente es justamente lo que defienden, con todo derecho, tanto Danilo como Sonia– a mí me resulta absurda e inexplicable la dificultad que estas actividades le plantean al gobierno cubano. La respuesta no tiene porque ser la represión: cincuenta personas marchando cada domingo en los alrededores de una iglesia (y así como son 22 los domingos seguidos que las fuerzas de seguridad impiden el desfile deteniendo temporalmente a los manifestantes, también son 22 domingos seguidos en los que el número de manifestantes es, más o menos, el mismo) no debieran representar peligro alguno para la estabilidad de una Revolución que lleva más de medio siglo en el poder. De hecho, y por un buen rato, el desfile de las Damas se celebró con la anuencia de las autoridades cubanas.
Pero es muy poco lo que podemos hacer los cubanos caminantes de ese camino común que lo transitamos desde esta orilla mayamera para alterar esa realidad de la otra orilla, quizás porque la misma intransigencia de la Constitución Cubana al proclamar al socialismo como un modelo irrenunciable sea uno de los mayores obstáculos en ese largo camino que tenemos por delante.
Pero lo que sí podemos hacer los de este lado es denunciar los falsos obstáculos que nos quieren vender algunos “expertos” en nuestro patio mayamero, quienes, sin tener el menor conocimiento directo de la simpatía y la esperanza con la que el pueblo cubano mira hechos como el acercamiento entre Cuba y los EEUU o la visita del Papa, tratan de condicionar nuestra percepción de la realidad cubana magnificando las detenciones dominicales para desvirtuar la importancia de aquello que muchos cubanos ven con optimismo.
Y es que uno de esos obstáculos que los cubanos debemos (y en este caso sí podemos) quitar de nuestro camino es la falsa “solidaridad” que proclaman ciertos “inter-americanistas” que se definen como víctimas o “viudas” creadas por el “socialismo del Siglo XXI” en sus respectivas patrias sojuzgadas por una Cuba que identifican como “la culpable de todas sus angustias..., de todos sus quebrantos”... Angustias y quebrantos que algunas de esas mismas víctimas dejó sembradas a su paso por la función pública en sus países de origen.
Y es algo que tenemos que hacer ya, cuando hasta los más orgullosamente intransigentes y recalcitrantes compatriotas del exilio parecen estar de acuerdo (aunque “exilio” y “de acuerdo” suene a oxímoron), en que somos los cubanos los únicos que podemos resolver, colectivamente, el futuro de Cuba (gracias, Obama, por iluminarlos…).
Así como lo debemos hacer los cubanos, los argentinos, los bolivianos, los ecuatorianos, los venezolanos y tantos otros pueblos deben también emprender ese camino hacia la solución colectiva de sus problemas nacionales. Y todos tenemos que despejar esa ruta de obstáculos como lo son las consignas pueriles y absurdas que salen de las usinas de los “expertos” en agit-prop de “ambos” lados del espectro ideológico, reconociendo que el agit-prop de “nuestro” lado es tan nocivo como el del “otro” lado, aunque a algunos nos pueda parecer inofensivo por su proverbial ineficacia, impotencia y mentecatez.
Abogado cubanoamericano.
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