“Las negociaciones entre la Unión Europea y Cuba son una oportunidad”, afirmó Martin Palous, ex embajador de la República Checa en los Estados Unidos y actual director de la Iniciativa “Vaclav Havel” para los Derechos Humanos y la Diplomacia de la Universidad Internacional de la Florida.
Durante sus palabras en la reciente conferencia de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana y luego en conversación con el Nuevo Herald, Palous—quien integró el gabinete del presidente checo Vaclav Havel como vicecanciller y fue representante de ese país en Naciones Unidas—, intentó trasmitir un mensaje tranquilizador sobre la naturaleza de las negociaciones para lograr un nuevo pacto de cooperación bilateral entre la Unión Europea (UE) y Cuba .
La segunda ronda de discusiones se celebrará los días 27 y 28 de agosto en Bruselas. El nuevo acuerdo sustituiría la llamada “Posición Común”, documento que condiciona la cooperación europea a un avance en política en Cuba y fue firmado por los países miembros de la UE en 1996, tras el derribo por las fuerzas militares cubanas de dos aviones civiles de la organización de exiliados Hermanos al Rescate .
La disposición de la Unión Europea por normalizar su política respecto a la isla ha sido criticada por miembros de la oposición en Cuba y el exilio, así como por políticos cubanoamericanos como la representante Ileana Ros-Lehtinen, quien declaró que "si las personas que abogan por una supuesta normalización de relaciones diplomáticas se preocuparan por los derechos humanos, los activistas pro-democracia estarían en una mejor posición y el régimen con mucho menos oportunidad de reprimirlos.
Pero Palous aseguró a el Nuevo Herald que el tema de los derechos humanos está sobre la mesa. Aunque el gobierno cubano posiblemente querrá desviar la discusión, dijo, el ex diplomático checo se refirió a los Acuerdos de Helsinki en 1975 como un marco de referencia. En esa ocasión, las potencias accidentales lograron un pacto diplomático con el bloque socialista de Europa del Este y la antigua Unión Soviética. “Ellos creyeron —refiriéndose a los gobiernos de los países socialistas—que iban a poder hacer las cosas a su modo y resultó que los derechos humanos se convirtieron en algo prominente. Las reacciones a este proceso son similares a las que se suscitaron en 1975, hubo mucho escepticismo al inicio”, agregó.
La centralidad de la discusión sobre derechos humanos acarrea un aspecto legal importante, indicó Palous pues si “los europeos dicen que los derechos humanos son esenciales en este tratado, eso significa que de acuerdo con la Convención de Viena, se crean obligaciones internacionales”, que deben cumplir todos los firmantes.
Opositores y miembros de la sociedad civil independiente en Cuba han expresado temor de ser obviados durante las discusiones. Ante la pregunta de si sería posible la inclusión de estos sectores en el diálogo, Palous señaló que “si Cuba quiere ser percibida como un país normal, debe estar listo para aceptar una argumentación normal de lo que se entiende por sociedad civil y eso incluye a agrupaciones independientes no estatales. La cuestión es cómo incluimos esto dentro de las negociaciones”, destacó.
Asimismo señaló que los gobiernos de los países europeos tienen sus propios canales de comunicación con los disidentes cubanos, “especialmente ahora, que pueden viajar”.
Palous tiene estrechos vínculos con la sociedad civil cubana opositora pues dirige también la Plataforma Internacional para los Derechos Humanos en Cuba, de la que es asesor el disidente Elizardo Sánchez.
Sobre los resultados de las negociaciones, seguidas de cerca por gobiernos como los de Estados Unidos y Brasil, Palous reiteró que “es un experimento y no podemos predecir con certeza sus resultados. Si digo oportunidad, quiero decir que no es una certeza. Es un test para la Unión Europea. En el caso de Cuba sería realista pensar en resultados cercanos a la fecha en que Raúl Castro debe retirarse del poder, en el 2018”, apuntó.
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