El representante Mario Diaz-Balart, republicano por Miami, lanzó el jueves pasado una fuerte crítica a la dirigencia de su partido.
Diaz-Balart ha sido uno de los principales impulsores de la reforma migratoria, y esperaba que a pesar de las fuertes señales que indicaban que este año no se daría la reforma, todavía era posible considerarla. El representante esperaba convencer a los líderes republicanos, afirmando que contaba con suficientes votos de legisladores de ambos partidos para aprobar la reforma en la Cámara.
Pero el jueves por la mañana, en una reunión con los líderes republicanos, le dijeron que la reforma de inmigración no se llevaría a cabo este año.
Diaz-Balart criticó a John Boehner, el presidente de la Cámara, y a otros dirigentes del partido por no permitir que la reforma avanzara. “Es muy irresponsable no hacer frente al problema”, expresó el congresista.
Diaz-Balart y otros legisladores han estado elaborando una propuesta bipartidista para realizar la reforma de inmigración desde hace cinco años. La negativa de Boehner y los otros líderes echa por tierra el esfuerzo del representante de Miami. Pero Diaz-Balart dijo que no se dará por vencido.
“Seguiré trabajando hasta que por fin podamos arreglar un sistema migratorio que todo el mundo reconoce es disfuncional”, afirmó.
En efecto, el sistema actual deja importantes problemas sin resolver, como el status de millones de inmigrantes que llevan muchos años viviendo en el país sin residencia legal, aunque trabajan y pagan ciertos impuestos. O el caso de millones de jóvenes que vinieron traídos por sus padres cuando eran pequeños, y encuentran obstáculos para estudiar una carrera universitaria porque carecen de documentos de residencia. Estos jóvenes, los llamados Dreamers o Soñadores, se sienten tan norteamericanos como cualquier hijo de vecino, porque se han criado en Estados Unidos y la cultura nacional es su cultura. Deportarlos o poner obstáculos a sus estudios es una injusticia.
El sistema migratorio actual no resuelve estos problemas. Hay que señalar que la administración del presidente Obama, así como el gobernador Rick Scott en nuestro estado, buscaron una forma de ayudar a los Dreamers. Pero la situación amerita una solución más estable y a largo plazo.
El sistema tampoco afronta con eficacia la crisis desatada por el éxodo de menores de edad que huyen de la violencia en varios países centroamericanos.
Por eso la decepción que Diaz-Balart manifestó el jueves ante la postura negativa de la dirigencia republicana del Congreso es también la decepción de millones de personas, inmigrantes y no inmigrantes, que desean una solución a un problema ignorado por mucho tiempo. Quizá, como dijo Diaz-Balart, se ha perdido una oportunidad histórica esta semana, pero de todas formas los legisladores, tarde o temprano, tendrán que encarar el dilema de la reforma de inmigración con una actitud constructiva.
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