Casi 10 millones de personas sobreviven en Estados Unidos con menos de dos dólares al día, indicó esta semana Laurence Chandy, un experto del Brookings Institution en Washington que ha estudiado al segmento de la población más pobre del país.
Cerca de 46 millones de personas en la nación viven por debajo del umbral de la pobreza, un límite federal que se establece en 16 dólares diarios. De ellos, unos 20 millones subsisten con menos de ocho dólares al día.
Chandy observa que unos 10 millones viven prácticamente sin dinero, gracias a beneficios sociales como los cupones de alimentos (food stamps) y las comidas gratis que se dan en las escuelas y las que reparten instituciones de beneficencia.
Esa situación es simplemente inadmisible. Que 46 millones de personas vivan en la pobreza en el país más rico del mundo es inaceptable. Pero el gobierno suele enfocar sus políticas económicas en el fortalecimiento de la clase media, cuando no en el beneficio de las grandes corporaciones. Este foco de atención, según Chandy, extiende la percepción de que la pobreza es un fenómeno marginal y temporal, y que cualquiera que se lo proponga puede alcanzar el éxito.
El ideal de la facilidad de triunfar es la principal característica del Sueño Americano. Pero la movilidad social en Estados Unidos se ha mantenido estancada, en un nivel bastante bajo, en el último medio siglo. Según varios estudios, las probabilidades de que un niño nacido en la pobreza llegue a ubicarse en el 20 por ciento más rico de la población giran alrededor del 9 por ciento, la misma proporción que en las décadas de 1950 y 1960.
En un discurso a principios de este año, el presidente Obama abogó por aumentar el ritmo de la movilidad social, proponiendo un alza del salario mínimo, extender la ayuda a los desempleados e invertir más en la educación infantil.
Implementar esas medidas aliviaría el azote de la pobreza. Y hay que hacer hincapié especialmente en la educación, buscando la manera de facilitar a todos los niños las condiciones adecuadas para lograr un buen rendimiento escolar y que nadie tenga que subsistir con dos dólares al día.
La educación, la preparación para una carrera profesional, es el camino más seguro hacia una vida productiva, sin la incertidumbre de la precariedad económica. Debemos hacer todo lo posible por reducir los índices de pobreza y mantener la vigencia del Sueño Americano. Debemos conservar la promesa del país que siempre ha sido la tierra de las oportunidades.
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