Dos ex presos de la base de Guantánamo dicen que su patria es una prisión sin rejas y sueñan con escapar, incluso si esto significa regresar al centro de detención de Estados Unidos en Cuba. Al menos otros dos tunecinos que estuvieron detenidos en Guantánamo llegaron a Siria y a otro se le perdió la pista.
Hedi Hammami y Salah Sassi fueron excarcelados hace siete años tras pasar casi el mismo tiempo presos en la base de Cuba. Ambos se quejan de que son hostigados constantemente por la policía y se sienten marginados.
“Estuve en una prisión pequeña y ahora estoy en una más grande en Túnez”, afirmó Hammami, quien vive en las afueras de la capital, en una habitación alquilada que dice es más pequeña que su celda en Guantánamo.
La habitación está sujeta a inspecciones en cualquier momento y Hammami debe presentarse diariamente a la policía. No le gusta su trabajo como conductor de ambulancia ni la vida que lleva en Túnez.
“En tres años me mudé siete veces por la presión que la policía pone en los dueños de las casas por alquilarle a alguien que estuvo preso en Guantánamo”, comentó.
Su esposa argelina y sus dos hijos pasan la mayor parte del tiempo en Argelia para escapar de la constante tensión, indicó. Él no puede salir del país.
“Siento que vivo en una especie de Guantánamo, solo que más grande. Quiero vivir libre y con dignidad o volver a una cárcel donde no hay ambigüedades”, declaró. “No tolero esta vida incierta. Cuando estoy en la cárcel, incluso en un régimen de aislamiento, al menos tengo claro cuál es mi situación y me resigno. El día que recupere mi libertad y mi dignidad, ese será mi país. Eso no pasa en Túnez”.
En una ocasión la policía irrumpió en su casa pasada la medianoche.
“Hedi me llamó a las dos de la mañana. Estaba asustado. Su esposa y su hija estaban en estado de shock”, expresó Rym Ben Ismail, psicólogo que trabaja con ex presos de Guantánamo. “Al día siguiente todo el barrio comentaba que había estado la policía y que los agentes habían subido por los balcones”.
El Ministerio del Interior, que supervisa a la policía, se abstuvo de comentar el tema.
De los 12 tunecinos que estuvieron presos en Guantánamo, solo Ridha Yazidi sigue allí. Pero los casos de los que fueron liberados y volvieron a su país no son alentadores.
Dos se fueron a Siria. Rafiq al-Hami murió allí y Lotfi Lagha regresó y fue sentenciado a prisión por terrorismo. Se le perdió la pista a Abdullah al-Hajji, según su abogado Samir Ban Amor. Los otros ex presos están dispersos por el mundo, en países que aceptaron recibirlos.
Túnez “volvió a ser un estado policial, como antes, con represión, injusticias y acciones arbitrarias, con el añadido de que es imposible combatir estos abusos por medios legales”, sostuvo Ben Mor.
Hammami fue detenido en Pakistán en el 2002 y fue considerado un colaborador de al-Qaida, algo que él siempre negó. Fue liberado en el 2010 sin haber sido acusado de nada y enviado a la ex república soviética de Georgia. Allí vivió dos años, hasta que regresó a Túnez con grandes expectativas alentadas por la Primavera Árabe. Hoy, a los 48 años, dice que soportó ocho años de abusos a manos de los estadounidenses, que trataban de hacerlo confesar crímenes que no cometió.
Se cree que Túnez es la principal fuente de voluntarios que van a combatir a Siria, muchos de ellos con la organización Estado Islámico.
Salah Sassi fue arrestado también en Pakistán en el 2001 y liberado el mismo año que Hammami, después de que el Departamento de Defensa de Estados Unidos concluyese que no tenía información importante y no representaba una gran amenaza.
Fue enviado a Albania y posteriormente se le autorizó volver a Túnez.
Cuenta que sus problemas en Túnez comenzaron dos meses después de su retorno, cuando policías enmascarados rodearon su barrio, lo metieron en un automóvil y se lo llevaron. “En el viaje me golpearon y me insultaron. Me decían que era un terrorista”, relató.
Lo dejaron ir a los pocos días, pero los agentes siguen visitando su vivienda periódicamente, según dice. No tiene esperanzas de conseguir trabajo ni de establecer una relación con sus vecinos. Su esposa se marchó.
“Tal vez, como dice mi amigo Hedi, Guantánamo era mejor que esto. Allí al menos las cosas estaban claras. Estabas preso. Pero aquí estoy en una gran cárcel, con gente que no soporto”.
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Lori Hinnant colaboró en este despacho desde París.
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